Gatetes en adopción

Chloe y Oslo

Nuestra parejita. Oslo (derecha, el naranjote grandote) es el primer integrante del Ailuro, nos ayudó con la reforma siendo el apoyo emocional que necesitábamos. Chloe (izquierda, la pequeñita) llegó unos meses después y se hicieron los mejores amigos, por lo que queremos que su adopción sea conjunta.

Oslo es muy juguetón, le encanta dormir y comer como a todo buen gato. Su juguete favorito es uno de alambre destartalado (y el de todos, la verdad).

Chloe es la princesita, pequeña pero descarada, juega y pide mimos levantando el culete a cualquiera. Suele dormir con la lengua fuera, siendo más tierna si cabe.

Mimo es un gato de año y medio - tres años. Cuando llegó superó a Nori en el récord de la adaptación más rápida , ya que en su primer día ya nos estaba pidiendo que lo dejásemos salir con el resto y, cuando lo hicimos, en media hora ya se había recorrido el local entero por suelo y paredes. 
Ya nos dijeron desde su anterior casa de acogida que era el típico gato de meme de internet y es que es un cafre que todo lo trepa y un desesperado por las chuches y la comida, hasta el punto de quitártela de la mano si es necesario. Le gusta que jueguen con él en los túneles o moviéndole los juguetes por debajo de las alfombras porque es un acechador y cazador nato.

Matilda (preadoptada)

La historia de Matilda es un poco la típica historia de cualquier gato blanco en la calle: ella tuvo principio de carcinoma. Por suerte aún conserva las orejas, porque de momento le ha remitido. Está bajo nuestra atenta mirada, pero es una gatiña más dura que un ferrote y a parte de esto también tiene problemas en la boca. Este último problema es lo que le ha llevado a perder casi todos los dientes.

Es un amor de gata de la cual ya se han enamorado perdidamente (lógico) y, que en principio creemos que no es muy mayor ya que tiene energía para ella y unos cuantos gatos más. Le encanta jugar con absolutamente todo y por supuesto, el sonido de los plásticos hará que aparezca a tu lado (y también cualquier comida, tiene buen olfato).

Ruma

Llegó con su hermanita Nita (adoptada) y ellas nacieron, crecieron, se quedaron preñadas, parieron y cuidaron a sus crías juntas. En el Ailuro se han convertido en la alegría del lugar con sus juegos, sus zoomies y sus continuas llamadas de atención para pedir mimos. Ruma es bastante parlanchina y demandante de mimos y si te descuidas puede que te trepe a hombros para pedirte amor.

Ron

Ron, un abuelete mimosón que te embestirá las piernas para pedirte mimos y, si te sientas en los sillones, ten por seguro que él se subirá encima y si eres afortunadx se quedará dormido en tus piernas como un bebé. Es un amorcete que comparte historia con Perla: su dueña falleció y están aquí buscando hogar. Llegó con problemas de boca pero no es un impedimento para ser un glotón.

También le gusta jugar y, sobre todas las cosas, los churus y la comida blanda.

Perla

Este pequeño pompón con ojazos azules es igual de mimosa que su compañero Ron, pero un poco más tímida. A parte de tener problemas de boca cuando llegó, también tenía catarro, así que le está costando un poco más adaptarse al ambiente. Eso sí, cuando cerramos y estamos solas limpiando es la primera en reclamar una sesión extra larga de mimos.

Si te acercas a su caseta que ves en la foto y ella está despierta, las caricias serán más que bienvenidas, ¡sobre todo en el culete!

Galleta

Dulce como su nombre, Galleta llegó para conquistarnos a todxs. Esta preciosa gata carey/quimera colorida es de lo más tierno. Se restriega contra todo lo que se encuentra de por medio y a la mínima que te acercas y te agachas ella vendrá hacia tu lado frotarse contra ti para recibir mimos. Es muy tranquilota, le gusta descansar encima de las sillas, le encanta hacer croquetas en la alfombra y tiene un maullido de lo más peculiar que es obligatorio escuchar.

Milo

Pronunciado «Mailo». El porte que tiene Milo lo tienen pocos. Un gato muy especial que simplemente apareció en la calle, aunque creemos que debió de estar en un hogar, porque un gatete tan bueno y mimoso es difícil de encontrar.

Le gusta jugar con plumas y la compañía. Cuando estaba en la sala de adaptación y tenías que salir, maullaba desesperado. Era volver a entrar y los males se solucionaban. Le encanta estar pegado a ti y hacerte compañía silenciosa persiguiéndote mientras limpias los areneros.

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Estábamos completamente equivocados. De recoger un gato abandonado, nada. Ahora finalmente hemos podido saber la verdad. La verdad es que hemos descubierto que los que estábamos abandonados éramos nosotros. – Antonio Burgos. Gatos sin fronteras.